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Contreras

Información publicada el miércoles, 26 de mayo de 2004. Administrador

Historia de Contreras

Está situado Contreras muy próximo a la estribación sur de la Sierra de la Demanda junto a un macizo rocoso. Este macizo es la Sierra Carazo, cuyos comienzos se dan de manera suave en los pueblos de Ura y Castro para ir elevándose gradualmente por Retuerta y Silos hasta alcanzar su final en Villanueva y Carazo. Teniendo el punto mas elevado y representativo -1.462 m.- en Contreras con su fotogénica y enorme montaña fortificada llamada “Peña Carazo”, también “Alto de San Carlos o Mirandilla”. A la altura del Monasterio de San Pedro de Arlanza esta sierra se divide en dos partes con los Montes Gayubares, formando una especie de i griega, en cuyo centro, justo en el centro del triángulo que forman las renombradas localidades de Covarrubias, Santo Domingo de Silos y Salas de los Infantes, como en una cuna; se acomoda la villa de Contreras.

Por restos arqueológicos sabemos que su origen se remonta a la celtiberia, pero acaso muchos antes hubo ya asentamientos trogloditas por su gran número de cuevas y habitáculos. Los romanos dejaron aquí su huella, a juzgar por los restos de villas y calzadas documentadas, así como un fragmento de una estela funeraria dedicada a Severo, General de la Sexta Legión, acaso el más alto grado militar que se conoce en la zona de Lara. El prestigioso historiador D. Angel Casimiro Govantes dio por sentada aquí una de aquellas famosisimas ciudad de la celtiberia que se llamaron Contrerbia, así lo defendió en el célebre discurso que pronunció en la Real Academia de la Historia. -Boletín de la Real Academia de la Historia, tomo L. Ref. (HG 94). Págs. 235-247).

En la alta Edad Media Contreras fue muy importante villa (Carta de Dotación al Monasterio de Arlanza, su limites jurisdiccionales eran inmensos, incluso el mismo monasterio se construyó en su término).

Aún se conservan vestigios de su temida e inexpugnable fortaleza. Aunque siempre perteneció al alfoz de Lara, gozó sin embargo de los mismos fueros que el castillo condal. En el surgir de Castilla debió ser plaza de importancia vital por ser la frontera entre castellanos y árabes. Aunque la frontera real era la que imponía el río Duero, en Contreras los musulmanes habían sentado sus reales, aprovechando la situación estratégica de esta montaña para vigilar la cuenca del Arlaza y evitar así su repoblación. Del mismo modo que hoy el buitre otea desde su roquedal el gran valle del alfoz de Lara para divisar su presa. (“...Era entonces Castilla un pequeño rincón.../ moros tenían Carazo en aquella sazón...). Muy duro debieron luchar los condes castellanos para hacerse con tan valioso baluarte. Sabemos que luego fue usado en numerosas ocasiones en casos comprometidos o desesperados.

A mediados del siglo diez el buen conde Fenán González manda levantar aquí una villa con murallas que da a gobernar a su sobrino Fernan Saxa. Este esforzado caballero mudaría el nombre antiguo de Cobas Contrarias por Contreras (posiblemente nombre derivado de encuentro, por encontrarse en este punto varios camino, además de dos importantes vías romanas. Este nombre después lo tomaría por apellido, siendo por ello el tronco de tan ilustre y extendido linaje, propio además de nuestra comarca. Sus armas son: en campo de plata tres barras de azul, bordura de gules con ocho aspas de oro.

Contreras según Ricardo Santamaría

Aquí no tenemos monumentos arquitectónicos de relevancia, los que hubo desaparecieron poco a poco. Solo las ruinas de su famosa e inexpugnable fortaleza Carazo permanecen milagrosamente en la enhiesta cima desafiando a los siglos. Hace mucho tiempo que desaparecieron sus moradores; aquellos esforzados guerreros vestido de malla empuñando aceros. Hombres que jamás reían cuando del honor trataban. Tampoco tenemos playas ni cosas por el estilo. En realidad no echamos mucho en falta porque, en contrapartida, tenemos los encantos singulares de una naturaleza privilegiada. Sus montañas altísimas nos descubren horizontes inmensos, sus montes bravíos, bien poblados de sabina, espliego y mejorana embriagan con sus múltiples fragancias. Las fuentes que brotan generosas de sus entrañas retienen un trocito de cielo en sus aguas transparentes, mientras sus murmullos de se mezclan con la admirable sinfonía de los pajarillos que vuelan radiantes de jubilo sobre una atmósfera diáfana. En realidad mi pueblo es un rincón paradisiaco del que debiera hablar en lírica si tuviera en don de los poetas.

Voy a decíros un secreto: al igual que Don Quijote, estoy perdidamente enamorado. Mi Dulcinea es una hermosa montaña. Cuando la veo, tan agreste y altiva, siento en mi cuerpo un extraño cosquilleo que me produce escalofríos hasta en la punta de los pelos. Ansío abrazarla y besarla pero no puedo y me reprimo. Desde mi pequeña terraza casi puedo acariciarla. Todas las madrugadas la saludo con un piropo, algunas veces me ha parecido verla sonreír; esto es amor. En días de invierno se pone muy coqueta cubriéndose con un manto blanco inmaculado y su salvaje belleza me produce delirios. Cuando se esconde tras la niebla me dan ataques de melancolía mientras los celos me devoran.

No se lo contéis a nadie, pero mi novia se llama Carazo: una fotográfica peña que se yergue orgullosa en espacio de Contreras, su verticalidad y altura produce respeto, acaso pretenda alcanzar el cielo sin dilación. Quiero fundirme eternamente con ella.

Ni soy lo que parezco ni soy lo que cuentan de mí. Los amigos me llaman Ricardo “El de Contreras”, mis detractores no lo sé. De cualquier modo vivo en esta villa a unos veinte metros de la puerta de la iglesia. Si os acercáis a mi casa ladraran unos perros, pero, no temáis que ya han comido, y, si vosotros no les mordéis a ellos, tampoco ellos os morderán a vosotros. Por lo demás, si llamáis en mi puerta y mi salud lo permite, os la abriré de par en par, desde aquí os podría presentar a mi novia y a la vez mostrar parte de mi modesta obra y mi colección de fuentes de piedra.