Publicado el jueves, 23 de octubre de 2008
José Luis y su rebaño
Ayer, a las 9 de la mañana, José Luis, el último pastor de Ura, abrió las puertas de la tenada y sacó a la calle, por última vez, a todo su rebaño de ovejas churras.
Ayudado por sus fieles perros Quijote y Neka, condujo al ganado a través de los caminos y cañadas hasta Quintanilla del Agua, donde ya había apalabrado su venta.
En su paso por Puentedura, una pancarta hecha por algunos vecinos, despedía cariñosamente a las ovejas. "Será difícil que volvamos a ver pasar ovejas por nuestros pueblos", se les oia decir.
Se pone fin así a un larga tradición de varias generaciones de pastores, y queda Ura vacía de corderos y ovejas (ya quedó hace muchos años vacía de vacas), y los campos y montes huérfanos. Se echarán a perder las eras, y muchos senderos se borrarán. Es la realidad de muchos de nuestros pueblos.
La fortuna es que José Luis es joven y está dispuesto a comenzar una nueva vida, menos sacrificada que el oficio de pastor. Un oficio que obliga a estar todos los días del año en el campo, cuidando del ganado desde el amanecer hasta la noche, y que no permite irse de vacaciones.
Sus amigos le agradecemos que haya tomado esta decisión.
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