Hasta cuatro lagares quedan aún en pie en Nebreda. Testimonio son de la gran pasión viticultora de las gentes de este lugar.
Uno de los lagares está hundido, y nos permite mirar en sus entrañas. Conserva bien la pila donde se echaba la uva y se pisaba. Una vez pisada, se iba prensando con el castillete de maderas, que bajo la fuerta del tornillo, que movía la viga, aplastaba los hoyejos, hasta no dejar ni gota de mosto en los racimos. El mosto salía por un agujero hasta la pileta pequeña, donde se iban llenando los garrafones.
¡Para no perderselo!
Junto a las bodegas, al otro lado de la carretera.
Hay una fuente cerca, con un agua riquísima.